Cicuta

 

La muerte de Sócrates de David

 

Cicuta

Antes de haber nacido yo no era yo

Después de que me haya ido tampoco estaré allí para verlo

Qué queda de nosotros en este plano temporal sino

nuestras ideas

Incrustadas en la memoria de quienes nos conocieron

Fotos en los ojos de quienes nuestra luz vieron

 

Por qué la muerte tendría que ser algo que debamos

rechazar? Escapar, alargar infinitamente

Si nada es infinito, ni siquiera Dios

Que ha tenido tantos nombres dependiendo de la lengua que lo ha nombrado

Tantos rostros, dependiendo del pueblo que lo ha esculpido

Y tantas vidas, como seres han caminado sobre la Tierra

 

La única certeza que tenemos en vida

Es que no sabemos qué hay

Después

Creemos

Anhelamos

Imaginamos y soñamos…

 

Por qué huir del lobo en la noche?

Si en sus fauces está la cueva del saber

absoluto, de luz dentro de lo

obscuro

 

Qué tal y los religiosos han tenido la razón todo este tiempo

Y después de la rueda del

tiempo

Nos espera un gran jardín de las delicias, un tesoro de espejos de jade

O un harem de sabiduría

Quién en su sano juicio querría evitar tan hermosa obra de arte

 

Se interrumpe de súbito el discurso. El florido brebaje ha completado su camino a las entrañas del maestro. El dedo que apuntaba hacia lo alto yace ahora estirado hacia el suelo, colgando de la mano que ha dejado de señalar lo sagrado, lo elevado. La mirada de sus discípulos se dirige al estómago de la creatura, de la madre, de la bestia que a todo hombre después de entregada la vida, devora. El maestro, ha ganado.

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